Hacía tiempo que al acabar de ver un partido de baloncesto
no me encontraba con una sensación de vacío tan grande como en el de este fin
de semana. Llevo muchos años como jugador, árbitro y entrenador; pero considero
que cómo padre me estoy cansando de ver semana tras semana el mismo lamentable
espectáculo. Y no me refiero al que hay en la pista sino al que damos nosotros
mismos en la grada. Esta semana, una vez más, hemos sido un mal ejemplo para
nuestros hijos; no sólo nosotros, sino todos en general. Nos puede la ira, se
nos revuelve el alma al mínimo error y a partir de ese momento ya no somos
nosotros. Nuestro “alter ego” asume nuestro cuerpo y nos transformamos en “hooligans”
de esos a los que despreciamos y criticamos, pues bien, esa es la sensación que
se me queda en el cuerpo
últimamente. Nos hemos convertido en
perfectos jueces y en aún mejores entrenadores, pero sin embargo hemos caído en
picado como personas. Me gustaría que nos pusiéramos a reflexionar si vale la
pena, si somos realmente poseedores de la verdad, y hasta qué punto nuestros
hijos se lo merecen. Yo desde luego no estoy dispuesto a seguir con esta
rutina, me gusta este deporte y quiero que los demás lo disfruten como yo lo he
disfrutado, pero siempre partiendo del respeto.
Respecto al partido de este fin de semana tan solo remarcar
que ganó el mejor. Victoria del JOVENTUT LAS CORTS A POR 75 a 52. Aunque lo
cierto es que perdimos todos.
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